viernes, 10 de diciembre de 2010

La Realidad

Cuando eres niño sueñas con ser el más grande los grandes... oír de Alejandro Magno, la creciente del pequeño Napoleón , La victoria de Aquiles, La garra de Atila, de como los reinados cayeron sobre las proesas de los pueblos.

Leer novelas mágicas te hace creer que puedes hacerlo, adentrarte y revivir la historia te hace identificarte y asemejarte a una leyenda a un héroe, leer comics, ver dibujos o películas alimenta más ese instinto que tenemos de salir adelante, de que el mundo nos reconozca porque hacemos algo por los demás.

Cuando somos niños, la nobleza, la sencillez y los valores son cosas que nos caracterizan, la inocencia de pronto se vuelve pura y nata, a veces pienso que nacimos de esa forma, con tal grado de nobleza,  por alguna razón que se ha perdido en el fallido desarrollo de esta sociedad. 

Llegado a un momento de tu vida después de horas de estudio y con años encima llegas a descubrir la verdad de este mundo, de como gira todo, de adonde se dirige todo y de pronto la razón por la que sales adelante sufre un pequeño ajuste. 

Te das cuenta que no puedes cambiar las cosas siendo el mejor, que no puedes convertir al pobre en rico ni al ladrón en héroe, te das cuenta que no puedes salvar a todos, que todo esta infectado, y puedes vivir en una burbuja, rendirte y ser como los demás, adentrarte en su mundo y vivir con ellos para ellos...o simplemente puedes seguir luchando tratando de conseguir algo que sabes que tal vez no podrías lograr, que suena utópico, algo celestial, puro, justo, incorruptible...



¿crees que vale la pena el esfuerzo? fue una pregunta que me hicieron hace algún tiempo una persona muy llegada a mi cuando se entero que me adelante a muchas cosas, como el ingles, el título, el trabajo, el proyecto y el como ayudar al planeta, mi respuesta fue sencilla, rotunda, mi mirada convincente y por primera vez mi voz clara...SI...porque tal vez yo no lo logre, pero quiero hacerlo, es mi sueño, mi meta, mi objetivo y  deseo que se cumpla, porque el futuro, mi futuro, tú futuro, nuestro futuro no es el hoy ni el mañana, el futuro de todos es el mañana de los niños; y para ayudarlos tenemos que darles nuestro presente.

Yo espero que los árboles brinden en el futuro el suficiente oxigeno para mantener la vida en la tierra y para eso debo recolectar semillas, sembrarlas, regarlas y enseñar como hacerlo para que otra persona se ocupe de eso cuando yo ya no este, solo así se logrará mi objetivo. 

La sonrisa de un niño justifica todo tipo de acción que busque mantenerla...






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